En un entorno empresarial donde la información fluye a gran velocidad y las organizaciones enfrentan transformaciones constantes, el Controller se posiciona como un pilar en la toma de decisiones. A lo largo de mi carrera, tanto en el ámbito corporativo como académico, he confirmado una premisa que considero esencial: más allá de los datos, más allá de las herramientas, lo que realmente marca la diferencia es el arte de formular buenas preguntas.
El control de gestión es una disciplina estratégica que requiere claridad, sensibilidad operativa y visión a futuro. Ya no basta con reportar lo que ocurre. Hoy, la pregunta no es solo «¿qué pasó?», sino también «¿por qué pasó?», «¿qué significa?» y «¿qué podemos hacer al respecto?». La profundidad de esas preguntas es lo que convierte al Controller en un verdadero socio del negocio.
Del dato al entendimiento
Con el auge de la digitalización, tenemos acceso a más datos que nunca. La capacidad de medir es inmensa y la automatización ha hecho que los reportes se generen en segundos. Sin embargo, he comprobado que más datos no siempre implican más claridad. Lo que añade valor no es solo el dato en sí, sino las preguntas que nos hacemos frente a ese dato.
Por ejemplo, ante una desviación presupuestaria, el Controller no puede limitarse a señalarla. Debe indagar sobre los factores que contribuyeron a esta desviación, si es un comportamiento aislado o un patrón recurrente y si existen variables externas o decisiones internas que no estamos visualizando. Así, el profesional del controlling puede salir del piloto automático del reporte tradicional y abrir espacio al análisis, al contexto y a la estrategia, porque estas preguntas invitan a mirar más allá del número para entender el sistema que lo produce.
Por tanto, este tipo de cuestionamiento no es un lujo, es una necesidad. Controlar desde los datos sin cuestionarlos es como tener una brújula sin saber hacia dónde queremos ir. Cuando el Controller desarrolla la capacidad de preguntar desde la curiosidad técnica, se convierte en un verdadero traductor entre los números y las decisiones.
Colaboración y compromiso
Tan importante como la información cuantitativa es la información cualitativa. Detrás de cada indicador hay equipos, procesos, emociones, motivaciones. Y si algo he aprendido como Controller es que las personas no siempre dicen lo que piensan, pero casi siempre actúan en función de lo que sienten.
Ahí es donde el arte de preguntar cobra una dimensión aún más poderosa. Cuando nos acercamos a los equipos con preguntas abiertas, genuinas y sin juicio, activamos el compromiso. Algunas de las más útiles que aplico en mi práctica diaria son: ¿Qué parte del proceso actual crees que podríamos mejorar? ¿Qué necesitas para trabajar con más claridad o menos fricción? ¿Qué decisiones estás esperando que yo tome y cuáles puedes tomar tú?
Conversaciones que transforman
Interrogar a otros miembros de la organización sobre estas cuestiones ayuda a construir relaciones basadas en confianza, no en control. Y es ahí donde nace un tipo de control más profundo y sostenible: el que emerge desde la corresponsabilidad, no desde la supervisión.
He visto muchas veces cómo una conversación bien conducida resuelve lo que decenas de correos y reportes no logran. Porque el control no se trata solo de indicadores, sino también de interacciones. Un Controller que sabe escuchar y preguntar con empatía es capaz de transformar resistencia en alineación.
Integrar datos y personas
El Controller de hoy no es solo un experto financiero ni un auditor encubierto. Es un integrador. Un perfil que articula la estrategia con la operación, lo numérico con lo emocional, lo tangible con lo intangible. Y para lograr esa integración, las preguntas son su principal herramienta.
Desde mi experiencia, el verdadero impacto del Controller sucede cuando une estos dos mundos. Es decir, cuando sabe interpretar un margen de contribución y, al mismo tiempo, entender por qué un equipo no está colaborando como debería. Esa dualidad técnica y humana no solo es posible, es necesaria.
Por eso, el Controller del futuro debe formarse en modelos financieros, pero también en habilidades de conversación, liderazgo y escucha activa. En mi caso, este fue uno de los motivos por los que decidí complementar mi carrera con una Maestría en Coaching y Liderazgo Directivo, lo que me permitió afinar la capacidad de preguntar como Controller y como líder.
Competencia estratégica en controlling
En un mundo empresarial cada vez más complejo y dinámico, el arte de preguntar se consolida como una competencia estratégica para el Controller de gestión. Al formular preguntas pertinentes y oportunas, el Controller extrae valor de los datos, al tiempo que fortalece las relaciones interpersonales, impulsa la colaboración y contribuye al éxito sostenible de la organización.
Como Controllers, debemos cultivar esta habilidad, reconociendo que cada pregunta bien planteada es una puerta abierta hacia nuevas posibilidades y soluciones innovadoras. Preguntar no es dudar: es profundizar. Es liderar desde la claridad. Es crear control desde el entendimiento.
Así, el análisis, la escucha y la interpretación parte de una lógica esencialmente descriptiva: entender qué ocurre y por qué. Pero el verdadero reto y también la gran oportunidad, está en dar el siguiente paso: ¿Cómo será este arte cuando lo apliquemos al terreno de lo predictivo? Allí es donde el Controller del futuro pondrá a prueba toda su intuición, preparación y capacidad de diálogo. Y es allí donde también seguiré preguntando.
Elio Rodríguez, director de Planeación y Control de Gestión en Avis México y Chartered Controller Analyst CCA® Certificate