Lot era sobrino de Abraham y el único hombre justo que habitaba Sodoma. Por eso, cuando Dios envió a dos ángeles a destruir la ciudad como castigo por sus pecados, estos lo avisaron para que abandonase la ciudad junto a su familia advirtiéndoles, eso sí, que huyeran sin mirar atrás.

A pesar de la advertencia, su mujer, sin duda apenada por todo lo que dejaba atrás, no pudo evitar volver la mirada durante la huida, quedando convertida en ese mismo instante en una estatua de sal, condenada a permanecer en ese mismo lugar por toda la eternidad. 

Como en este pasaje bíblico, en muchas ocasiones, cuando los Controllers volvemos la vista atrás quedamos paralizados, añorando lo que hemos dejado y lamentando no poder volver sobre nuestros pasos. No obstante, el problema no radica en mirar atrás. Incluso es bueno, de vez en cuando, volver la mirada para que nos ayude a aprender del pasado, en especial, porque ya se sabe que quien lo ignora está condenado a repetirlo.

Extraer lecciones del pasado

El error se produce, más bien, cuando decidimos cómo nos situamos ante ese pasado: si lo contemplamos como una etapa natural de la vida de la que extraer lecciones o lo hacemos desde la nostalgia. Ese deseo de volver a revivir situaciones y repetir patrones es lo que provoca un inmovilismo que impide cualquier posibilidad de evolución y que tan gráficamente describe la metáfora de la estatua de sal.

Tras la crisis sanitaria que hemos padecido, vamos constatando que la actividad económica va recuperándose y se encamina, poco a poco, a los niveles prepandemia. En este nuevo contexto sería una equivocación querer recuperar el terreno perdido intentando replicar los mismos modelos y hábitos que teníamos antes. Si fuera así y mantuviésemos la misma dinámica, caeríamos en los mismos vicios y defectos, que en control de gestión sabemos bien lo difíciles que son de erradicar.

Adaptarse a los cambios

Después de una crisis, pero especialmente de la provocada por la COVID-19 que ha tenido carácter mundial, con enormes repercusiones para todos los agentes y sectores económicos, que ha derribado tantos esquemas haciendo tambalear muchas de nuestras seguridades y penetrando hasta el tuétano en toda la sociedad, es el momento más propicio para desechar el «siempre se ha hecho así».

Controllers proactivos

Es el momento de echar a un lado esta idea, que tan incrustada está en la piel de muchos directivos y departamentos y que tanto daño hace a las organizaciones, puesto que es un claro obstáculo para su adaptación a los cambios del entorno. Una situación como la actual requiere de un paso al frente por parte de los Controllers para ser proactivos y enfocarse en la predicción de los diferentes escenarios que ayuden a la toma de decisiones más acertadas y a adaptar la estrategia en función de los continuos cambios que se van originando.

Mantener el dinamismo de la organización

Ahora que la crisis ha roto las inercias y ha obligado a muchas compañías a empezar prácticamente de cero en muchos aspectos, es un momento privilegiado para replantarse multitud de cuestiones. Se presenta una ocasión para repensar ideas y estructuras, para volver a la raíz de la misión en las organizaciones e intentar recuperar la frescura de los inicios. Algunos caminos son más fáciles de transitar cuando la marea está baja. En este escenario, el papel a desempeñar por el Controller es esencial.

Pero también, a partir de aquí, cuando se presente quizás lo más difícil: mantener el dinamismo para que la organización sea capaz de adaptarse constantemente a un mundo que evoluciona cada vez con mayor rapidez. Sin duda, los cambios, tan evidentes a lo largo de la crisis sanitaria, son ya una característica propia que define la época que nos ha tocado vivir, aunque a veces no sean tan manifiestos ni inmediatos.

Control de gestión, catalizador del cambio

Decía Peter Drucker, uno de los pilares del management moderno, que el mayor peligro en tiempos de turbulencia no es la turbulencia en sí, sino actuar con la lógica de ayer, que ya no sirve. Es el momento de que los Controller aprovechemos esta circunstancia para promover y catalizar los cambios y no nos quedemos con la mirada atrás como la mujer de Lot. Fijemos la vista hacia lo que tenemos por delante y actuemos en consecuencia ante un mundo que ya es otro.

Rafael Escamilla Jiménez, CCA Certificate®