El otoño ya está aquí y comienza la «catarsis» anual que supone la elaboración de los presupuestos para el siguiente ejercicio. El calendario avisa de que nos vamos acercando a la época en la que hay que poner en marcha los procesos de planificación y presupuestos en la empresa.

Se trata de un periodo ajetreado en las organizaciones, al que ahora se suma la situación que ha generado la crisis sanitaria. Vivimos tiempos difíciles, con gran incertidumbre y dificultad para establecer planes y objetivos.

Planificar para crecer

Sin embargo, es precisamente en momentos de incertidumbre como el actual cuando adquiere mayor relevancia la planificación. Del mismo modo, se hace imprescindible preparar diferentes escenarios que nos ayuden a controlar y gestionar los posibles caminos que pudiera tomar nuestro negocio.

Así, la planificación se convierte en uno de los procesos fundamentales de las empresas, que consiste en decidir qué pretendemos conseguir, adónde queremos llegar en el futuro y establecer unos objetivos, tanto estratégicos como operativos. Esta labor es la que nos permitirá después instaurar unos indicadores y unos planes de acción para poder alcanzar con éxito las metas de la empresa.

Ahora bien, los objetivos empresariales deben cumplir una serie de particularidades para que sean la base de una dinámica de creación de valor y se conviertan en unos resultados satisfactorios.

Pautas para fijar los objetivos

En la actualidad, se utiliza de forma amplia la metodología SMART, acrónimo de las palabras en inglés Specific, Measurable, Achievable, Realistic y Timely, elaborada por el profesor e investigador estadounidense George T. Doran. En 1981 habló por primera vez de este modelo y de las ventajas de trabajar con él para fijar objetivos empresariales: son más fáciles de entender para quien los formula y para el resto del equipo. Además, permite saber cuándo se van a materializar.

La metodología aporta unas pautas que sirven para recordar y definir las características básicas que deben considerarse para establecer un buen objetivo. Este tiene que ser:

  • Específico. Concreto y determinado para poder medir con exactitud la meta que queremos alcanzar.

  • Medible. A través de los indicadores establecidos y así calcular las desviaciones sobre las metas previstas. Ten en cuenta que solo se puede gestionar lo que se puede medir.

  • Alcanzable. Para que resulten motivantes, los retos deben ser ambiciosos pero realistas y posibles de lograr.

  • Relevante. Un factor importante para la gestión de la empresa.

  • Tiempo limitado. Debe conseguirse en un periodo de tiempo establecido, con una fecha límite, por lo que en preciso centrar los esfuerzos en un tiempo acotado.

Comprobar la efectividad

Una vez establecidos los objetivos con las características SMART se impone la necesidad de revisar su cumplimiento. Es en este momento cuando entran en escena otras dos variables de peso para que un objetivo pueda ser alcanzado con éxito: evaluar y compensar (E+C).

Que un objetivo sea evaluable es fundamental para alcanzar la meta perseguida. Evaluar va más allá de medir. Implica comparar y juzgar las actuaciones llevadas a cabo durante el horizonte temporal del objetivo. Evaluando se comprueba si las acciones realizadas están siendo efectivas o si es necesario abordar nuevas iniciativas.

Hacer un análisis de los resultados periódicamente, evaluar los objetivos, nos ayuda a conocer las causas de las desviaciones, reflexionar, corregir el rumbo cuando todavía estamos a tiempo, tomar las decisiones adecuadas y realizar las acciones necesarias para alcanzar las metas previstas.

De hecho, medir y evaluar son actividades fundamentales en el área de control de gestión. Una de las tareas del Controller es evaluar los objetivos establecidos para poner en marcha las actuaciones adecuadas y ayudar a la dirección de la empresa a gestionarla y conducirla por el camino del éxito.

Reconocer los méritos

En la misma medida influye la variable compensar. Los incentivos son una fuente de motivación y un estímulo para aumentar el rendimiento y conseguir unos resultados determinados. De aquí que, cuando una persona o un equipo realiza un buen trabajo y consigue alcanzar de forma eficiente el objetivo establecido, hay que pararse, apreciar el trabajo bien hecho y recompensarlo adecuadamente.

Sin duda, compensar, reconocer los méritos, valorar el esfuerzo realizado aporta una mayor satisfacción a los empleados, fomenta el seguir trabajando bien y es un aliciente para alcanzar nuevos objetivos en el futuro.

Conclusión

Por tanto, la integración de los indicadores, metas y acciones a realizar deben estar basados en unos objetivos bien definidos y alineados, de forma que todos los miembros de la organización tengan claro dónde deben enfocar los esfuerzos.

La utilización del método SMART+EC facilita la definición de estos objetivos y su seguimiento posterior nos proporciona una metodología completa para crear valor y alcanzar con éxito las metas establecidas en la empresa.