Si buscamos la palabra productividad en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), encontramos que la define como el “concepto que describe la capacidad o el nivel de producción por unidad de superficie de tierras cultivadas, de trabajo o de equipos industriales”.

De esta definición, lo que sacamos en claro es que se trata de una de las formas de medir nuestra producción, lo que nos permitirá evaluar y, en consecuencia, tomar decisiones para la mejora continuada de nuestro proyecto o para saber cómo enfocar determinados temas. Es uno de los indicadores clave o KPI (Key Performance Indicator) del negocio que debemos saber calibrar.

No existe un modelo único

Pero lo más interesante que se desprende es que para medir la productividad no hay una formula única. De hecho, cada empresa debe establecer su modelo teniendo en cuenta cuál es su objeto de medición y todo lo que le atañe. Por ejemplo, una empresa que se dedica a la producción de sofás podrá medir su productividad en la cantidad de horas empleadas por cada sofá producido. Pero también podrá hacerlo en empleados por metro de tela gastado.

‘Medidor de productividad’ propio

Así pues, cada empresa debe definir el “medidor de la productividad” que más se ajuste a sus necesidades. Eso sí, lo más importante es que siempre se utilice el mismo para que se pueda comparar y ver la evolución que va llevando. Del mismo modo, dentro de ese medidor, es imprescindible incluir todas las variables que lo afectan.

Las variables o factores que pueden afectar a nuestros datos podemos disgregarlas en dos grupos, las que atañen de forma directa y las que lo hacen de forma indirecta. Entre las primeras se encuentran por ejemplo la mano y la inversión en tecnologías.

Mano de obra y tecnología

En el caso de la mano de obra, porque no solo se refiere a los costes económicos que puede tener cada empleado y lo que pueda suponer, sino también porque pueden afectar otros factores como la jornada laboral de cada empleado que puede estar regulada en los convenios colectivos o en acuerdos internos de la empresa.

La inversión en tecnología, por su parte, también tiene un efecto directo puesto que a mayor disponibilidad de tecnología, la eficacia del producto y su efectividad a la hora de crearlo o diseñarlo, se debe ver reflejada de forma directamente proporcional.

Legislación y proveedores

En muchas ocasiones, un cambio de legislación en el ámbito nacional o internacional (dependiendo del trato de nuestro producto) puede tener repercusiones claras en nuestra productividad.

Igual sucede con los proveedores, puesto que no es posible tener el cien por cien del control sobre las relaciones que se establecen con ellos.

Sus márgenes o sus tiempos de espera para recibir el producto pueden dañar nuestra cadena de producción y, por tanto, alterar nuestros resultados.

El Controller ante cambios inesperados

Ante acontecimientos inesperados pero de gran impacto como el que estamos viviendo a nivel mundial con el caso del Covid-19, son muchas las empresas e industrias que han visto alterada su producción de forma precipitada trastocando todas las estadísticas previstas.

Ante situaciones de semejante índole, el Controller debe realizar un análisis y valoración continua sobre la situación para tratar de que el impacto sea el menor posible en todos los términos. Para ello, deberá prever diversos escenarios modificando las variables con las que mide su productividad y determinar qué opciones son las más relevantes para ello.

Cómo actuar ante alteraciones de la producción

Veamos dos ejemplos referidos a dos tipos de producto que ven alterada su producción de forma totalmente contraria y que ambos necesitan de la acción del Controller para realizar un balance general de la situación, desarrollar un proyecto y valorar cómo puede afectar en un futuro.

El primer caso se refiere a una empresa de producción de batas sanitarias. Es un claro ejemplo de cómo se ha podido incrementar y mejorar la producción. Ante el mapa previo, el Controller puede predecir el incremento de producción y, en consecuencia, dibujar un escenario favorable donde se optimice la contratación de personal llegando a producir más batas por hora que antes de producirse este cambio.

El segundo alude a empresas de aviación, en las que su producción ha caído en cuestión de días hasta en un 95%. Ante este escenario, un buen estudio de las necesidades básicas de personal y un enfoque hacia el futuro debe ser la función básica del Controller para contrarrestar el impacto que se puede sufrir.

Aislar el dato

En todo caso, puesto que partimos de la premisa de que la productividad es una gran herramienta de análisis para ver la evolución de la empresa, ante las situaciones imprevistas, siempre hay que tener en cuenta que el escenario no es comparable con el de años anteriores. El Controller tiene que ser capaz de aislar el dato a la hora de comparar.